Estoy casi segura de que a ustedes, mis querides lectores de más de 40, al igual que a mí, les pasó que no nos educaron para la sexualidad ni el placer.
Era típico que en la secundaria nos hablaban de la menstruación y nos decían que ese era el signo de que ya éramos mujeres y estábamos listas para reproducirnos y también nos dijeron que una menor no debía tener sexo porque “todo a su tiempo” ¿apoco no?
¿Todo a su tiempo?
La época de la secundaria y la prepa es la etapa en la que el ser humano tiene las hormonas al tope y unas ganas tremendas de satisfacer sus deseos sexuales y experimentar, pero la sociedad se negó y se sigue negando a verlo, porque nadie educa para la sexualidad sana.
A las chicas se nos dijo y se les sigue diciendo que deben “darse a respetar”, como si sentir placer fuera algo malo o indecoroso. También se nos ha educado en la creencia de que la abstinencia al sexo es una virtud.
Por mucho tiempo me sentí avergonzada por ser una mujer deseosa, caliente y con el “sí” dispuesto, nalga pronta como decimos de manera coloquial, porque justamente todo eso que sentía, iba en contra de todo el “deber ser”.
Probablemente a muches de ustedes les sucedió igual, y era muy común que aquella chica noviera, que expresaba o ejercía su sexualidad libremente, era llamada PUTA.
Y no se ustedes, pero yo vivía en una pelea constante conmigo misma porque desde chavita me gustaron mucho los hombres, me encantaba besuquearme y fajar al salir de la escuela. Tenía deseos de que mi novio en turno me besara el cuello y me tocara los pechos, pero sentía culpa porque eso “solo lo hacían las putas” y si lo deseaba quería decir que yo lo era y entonces me embargaba la culpabilidad por no ser la chica “buena” que se esperaba.
Ese sentimiento de culpa continuó con los años, porque aunque a mis 30’s bromeaba con mis amigas y nos autonombrábamos “zorras” por el hecho de asumir que nos gustaba el sexo y salir con muchos hombres, de pronto llegaba a mi mente esa voz que me decía “¿ves por qué nadie te toma en serio ni se quiere casar contigo?, un hombre nunca va a querer a una zorra por esposa, quiere una mujer decente para formar una familia”
Entonces me casé y fui una mujer decente por muchos años, pero la culpa no se iba, por el contrario, me sentía avergonzada por sentir deseo y tener fantasías. Mi esposo me decía que estaba loca y que esas cosas solo las pensaba una puta y no una mujer madre de familia respetable. Sobra decir entonces, que mi vida fue muy triste en esos tiempos. Mantuve reprimida mi sexualidad y mi placer por satisfacer las expectativas de mi esposo, quien irónicamente se acostaba con otras mujeres para satisfacer sus deseos.
Por fortuna un buen día me acepté como la PUTA que soy. Le quité la connotación negativa y la interioricé como una virtud. La virtud de vivir plenamente mi sexualidad y poner como prioridad mi placer.
¡Brindo por eso y te invito a adueñarte de tu placer!
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